sábado, 19 de julio de 2025

Diario de una Ruptura - Día 3

Me monto trampas mentales para contactarte. Me las sé de memoria, y aún así sé que todas son mala idea.

Si cedo, abro la veda. Reseteo la ruptura que tú iniciaste. Incluso si es para dejar una puerta abierta, tendría que ser tuya la decisión de volver. No puedo tirar de ti. Te rompería el descanso. Parecería que no te respeto. Y si regresaras, lo harías confundida. 

Incluso yendo de buena fe, cumpliendo lo que me pediste antes… esta vez lo viste como ruptura total. Puede que no contestes, o que lo hagas tarde, y yo me quede esperando. No sé dónde estás ni qué quieres ahora. Tal vez, como yo, hayas seguido caminando. Todo esto se resuelve si eres tú quien escribe.

No voy a buscarte en el festival. Si es para recuperar algo, que sea en septiembre. Con más descanso. Con pruebas de que puedo esperar. Aquí estarás vulnerable y todavía curándote. No quiero que parezca que intento hacerte el lío. Y si acepto que no contactaré antes, me quito presión y me recupero mejor.

Porque no hay que olvidar que no es un descanso. Es una ruptura. La única manera de volver bien es soltar primero. No quemar la llave… pero no quedarme esperándote en la puerta. Si después de todo este tiempo, y con tu petición tan clara, quieres que pase algo, tendrás que ser tú quien venga.

La pérdida sigue, pero ahora la siento como pérdida. Ya no estás. Voy descubriendo que puedo pasar el día sin ti. Me da miedo: es aceptar que esto es final.

Pero también hay momentos de paz. Paz que no recordaba.
Ya no vivo dividido entre cuidarte y cuidarme.
La vida sin ti será más gris, quizá, o más tranquila.
Me la viniste a revolver. Yo estaba tranquilo, aunque mal, y solo.

Ahora me toca aprender a estar tranquilo y bien, aunque igual de solo. 

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