sábado, 30 de agosto de 2014

La primera

Hoy un destello plateado me ha devuelto los buenos días desde el espejo. "Habrá sido una gota de agua. O un pelo un poco más rubio por el sol. O..." Pero no. Tal y como la navaja de Occam sugería, ahí estaba. Pequeñita, cruzada (como para llamar más la atención), orgullosamente desafiante, proclamando que ha venido para quedarse y pronto la acompañarán más. Mi primera cana.

La verdad es que ya tardaba. La verdad es que se la esperaba. La carrera, el curro, las locuras.  Me merecía al menos esa insignia. Ya he sobrevivido un cuarto de siglo y en algo se tiene que notar.

Así que bienvenida, compañera. No te arrancaré, esconderé ni me avergonzaré de ti. Eres un recordatorio que los años siguen pasando y que toca empezar a hacer las cosas bien. Esperemos que sirva.

miércoles, 20 de agosto de 2014

De nuevo

Es curioso. Pasamos del "Cuánto daño te han hecho, espero que sanes, no puedes desconfiar de todo" al "lo siento si te he fallado, pero tú elegiste confiar en mí, tenías las expectativas demasiado altas". Me reiría por no llorar, pero la verdad es que en el fondo no tiene ninguna gracia. El mundo está loco. La confianza y la sinceridad son valores que todo el mundo dice tener y considerar indispensables, hasta que dejan de serlo. Nadie comprende que la confianza es absolutamente bidireccional y nos dolemos por mentiras que hemos contado mil veces. El que a hierro mata, a hierro muere, ¿es tan difícil de entender? Supongo que sí o todo el mundo estudiaría, seria fiel y haría deporte.

No se trata de desgajar tu vida y exponerla. No airees el cuarto si no quieres mostrar que no has limpiado la ropa sucia, que hay dinero bajo el colchón. No hace falta. Se honesto, cierra la ventana. Di "no quiero que miréis, es mi vida y acepto no mirar en las vuestras". En vez de eso la dejamos entornada y queremos que las ajenas nos las abran de par en par.

Es triste. Mas triste aun si pudiéramos sacar estadísticas. No es como el orgullo o la agresividad, que hay quien sí y hay quien no, o quien lo es en grado tan pequeño (¿agresividad blanca?) que da igual. No, ojalá. Es que todo el mundo miente y simplemente la pregunta es en qué. Quedan los locos, los radicales, los que lo ven o blanco o negro y sostienen que una mentira basta, que si quieres no debes engañar. Y quedan los pocos honestos que admiten no ser honestos. Esos me caen bien. Al menos sabes lo que esperar. Y esa tía sera una zorra y ese tío sera un cabrón, pero ahí los tienes admitiéndolo  sin victimismos ni medias tintas. Mucho mas daño hacen los que sí pero no.

Me niego, me niego a jugar. Aunque me fallen todas las piezas. Seguiré confiando de entrada en cada amigo, cada pareja, tan alto como pueda, pues la desconfianza se replica muy fácilmente. Y sin excusas. No me voy a desalentar por muchos fallos y piedras. No voy a ceder para que así el resto pueda sentirse excusado.

Que os zurzan. A todos. Literalmente. No soy yo el que está roto, deshilachado, descosido. Sois todos vosotros. Y lo peor es que probablemente nunca lo sabréis.

sábado, 9 de agosto de 2014

Campanilla

Campanilla para las horas grises, campanilla que llama a la vida. Campanilla que toca... arrebato. Corren golpes por el suelo, corren golpes en el pecho, corren golpes calle abajo, por debajo de las nubes y entre las montañas. Rie la niña, rie la niña y mueve la mano lanzando uno, dos, tres besos al aire y los ve marchar, con golondrinas en el pecho y en los hombros. Irrumpe el agua que rompe aceras, que estremece los pies. Verde en todas las esquinas, en la ladera y en el horizonte, gris y negro y azul. Se apagan las luces, se apaga la tierra, hasta que solo queda un latido, llamando, esperando.