" Prefiero seguir avanzando por el camino que voy. No sé si es el mejor, ni si seré el equivocado; pero ya no me queda tiempo de cambiar, ni siquiera de sentarme un ratito a preguntarme si voy bien o voy mal, o adónde me conduce. El camino soy yo: “al andar se hace camino”.
(…)
Ni aguardo novedades, ni las quiero. No radicales, por lo menos. Ya no aspiro a ser otro, sino a profundizar en éste- medio decepcionado, medio ilusionado, y solo- que he conseguido ser.
(…)
Hago el balance, echo mis pobres cuentas, y deduzco que ya no me compensa. La aparición de un amor así me sobresaltaría. Me niego a más trastornos repentinos. Me niego a que alguien llegue y me ponga el corazón patas arriba. Terremotos, tifones, riadas, catàstrofes, por muy azules y vehementes que sean, los rechazo. Que me den la vuelta como se da la vuelta a un calcetín no me hace gracia ya: mi corazón está para poquitas vueltas, y aún menos para vueltas de campana.
(...)
De vez en cuando, perder ligeramente la cabeza y fingir que se pierde mucho más. Pero que de ahí no pase. No turbulencias, no invasiones de atilas, no séptimos cielos desde los que la costalada es apoplética, no infinitas promesas. "
Lo malo de las vueltas de campana es que te ponen la vida del revés. ¿La putada? que cuandi llegan los momentos de calma o standby, te encantaría subirte a la montaña rusa ^^
ResponderEliminarLas vueltas de campana que valen la pena... son geniales!
Qué lástima de Gala, entonces.
ResponderEliminarTodo eso, todo lo que él considera amor, sigue siendo maravilloso desde el primer al último momento. Probablemente haya momentos de plantarse, de hastío, pero son puntuales.
¿Si no, cuál sería el motor de la vida?