domingo, 13 de noviembre de 2011

23:44

Las reservas de confianza son como un banco de fondo ilimitado y crédito aleatorio. En el fondo no hay cosa que más desee uno que ese lazo irrompible. Y lo dejas fluir y fluir, esperando esos retorno. Lo "inviertes" que decía una amiga. Pero no puede ser y las pruebas vienen una y otra vez, desgastando.

A veces, comprendes. Lo decía en todos esos textos que estoy escribiendo últimamente y que termino enterrando. Comprendes cuando se avecina lo malo y subrepticiamente empiezas a prepararte. Vas cortando poco a poco, aquí y allí, debilitando tú mismo la relación, para que cuando la otra persona tire a cortar, el latigazo sea menor. No es cruel, es práctico.

Pero como decía también, lo que se pierde de un lado se gana por el otro. A veces te paras un poco para tomar el aire en esa guerra de desconfianzas, y en vez de una bandera blanca recibes un abrazo. Te reconcilias un poco con el mundo, aunque haya otros lugares donde las hogueras no se apaguen nunca.

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Quieres haces grandes cosas con las personas. Quieres que vean lo que tú ves, que valen tanto como las que más, que dentro de ellas hay algo que no se va a romper y que serán tan grandes como quieran ser. Pero hablas y se encogen, más y más. No escuchan, perciben la aguja, pero nada más, como si fuera un ataque más.

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