Son los últimos días del invierno,
desapacibles.
La luz ilumina dolorosamente,
sin fuerza
las ventanas, el corazón,
las alfombras.
Y apenas ha caído lluvia en tus ojos
y en tu pelo
durante las últimas noches.
Y con tan poca cantidad de agua
recogida en el último otoño
y con tanta ausencia de luna
en los labios
quizás no sea fácil –¿Tú que crees?–
que lleguen a tiempo las próximas caricias.
Javier Pérez Walias.
¡Me enamoró!
ResponderEliminarEs precioso...
Es un poema perfecto para esperar la llegada del invierno por estos lares (que por cierto, falta mucho).
Si.. es dolorosa la luz del invierno.. luz gris, esa luz que te nubla desde los ojos hasta el corazòn...
ResponderEliminarcaricias, caricias como las que hace el viento y mueve las ramas hasta el punto de dejarlas desnudas... un beso, Vero.