Conforme van aumentando los anillos en el tronco de uno, creo que se va adquiriendo ciertos conocimientos de sus virtudes y sus limitaciones. No es como hace unos años, que una de dos: o piensas que eres imparable y no estás con esa cantante o actriz porque no te conoce o crees que con la cantidad de macho alpha que hay suelto no te vas a comer ni un colín.
He de admitir que yo toqué una de las dos etapas mucho más que la otra. Sí, esa etapa. La que estáis pensando. Afortunadamente, todo pasa, y gracias a la puesta en práctica y reflexión pausada de éxitos y fracasos uno se da cuenta de lo que puede y de lo que no puede hacer. Y de con quién lo puede hacer. Entonces pueden ocurrir dos cosas: a)te das cuenta de que justo atraes al tipo de mujer que no te conviene/interesa o b)justamente el tipo de mujer que te gusta es el que atraes. Es básicamente la diferencia entre nacer con estrella o nacer estrellado, pero llevado al ámbito reproductivo. Que a fin de cuentas es eso, aunque nosotros no lo sepamos.
Y, si eres del tipo b), es el gran momento, la cúspide. El espacio temporal entre comer todo lo que se ponga a tiro y comer del mismo plato continuamente. Esa zona media en la que sabes lo que hay y como conseguirlo. Y, entonces, lo importante es no limitarse. Déjarse la modestia para los demás y jugar las cartas mientras se pueda, que el tiempo corre para todos... y eso de soltero de oro está bien para quien lo quiera. Te conoces y si has tenido un mínimo de tiempo los ojos y los oídos atentos, tienes también la primera parte de aquello que decía Sun Tzu. Suficiente.
Bueno, también puede ser que esté viviendo un regreso tardío a la adolescencia y a creerse capaz de todo. Cuando tenga 30, volveré a pensar sobre ello. Hoy, me asumo y estoy contento con el resultado. Mañana, ¿quién sabe?
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