martes, 6 de diciembre de 2011

Por qué las mujeres se nos comen.

Paseaba ayer con mi perro-ewook por cierto barrio alicantino y en una de sus constantes paradas para redescubrir cada baldosa nos fuimos a detener al lado de un colegio. Era la hora del recreo y por ahí anduvían las pequeñas bestiezuelas, de aquí para allá.

La típica escena, los niños jugando a fútbol, y 5 ó 6 niñas en un corrillo, hablando de sus cosas. Una parecía airada, gesticulaba mucho, y otra le aguantaba el tipo. Una tercera detrás de la segunda lanzaba consignas de apoyo, mientras que dos más cuchicheaban aparte. Algo me decía que eso era solo un pequeño acto en un juego mucho mayor de diplomacia y cuchillos largos.

Esto me hizo pensar. Ciertamente, podemos convenir que esos niños que estaban jugando al fútbol, regateando, lanzando pases al hueco, chutando, etc. hace años no sabrían jugar así. Y seguramente dentro de 10 años habrán conservado y mejorado esa habilidad, aunque "casera", para jugar a fútbol, pues a eso es a lo que habrán dedicado su tiempo libre. ¿Y que están haciendo las niñas mientras? Hablar. Dialogar. Negociar. Establecer posiciones. Argumentar. Puede parecer un poco absurdo tomar esto como un entrenamiento, pero...¿qué es si no? Dedican su tiempo a eso, y aprenden, vaya que si aprenden. Van ganando complejidad. Y dentro de unos años...

Dentro de unos años, si ese grupo niñas jugase a fútbol con ese grupo de niños, perderían por paliza. Es cuestión de experiencia. Sería muy iluso pensar que no estarían en desventaja. Ya véis a donde quiero llegar, ¿no? Efectivamente, esa misma superioridad se mostrará en el otro sentido cuando ese niño y esa niña hablen, dialoguen, discutan o argumenten por primera vez. Y por segunda, y por tercera...Porque la niña (o ya no tan niña) estará acostumbrada y el chaval no. Se lo comerá con patatas. Vamos, que el chaval estará pensando en una sola cosa,  defendiendo su posición como buenamente pueda, y la otra tendrá veinte caminos dispuestos, manejándolo como quiera. Al menos dialécticamente. "Obsérvese la extraña astucia del pajarraco". Con todos mis respetos por los pajarracos.

Ayer cierto chaval de 17 años me comentaba sus problemas con las mujeres. Bueno, niñas, jóvenes o lo que sea que sean a esa edad. Y conforme me hablaba de las discusiones, los argumentos y demás, yo veía muy claro todas las trampas y argucias que le habían echado encima. Entonces tuve que darle la charla de "ahora te voy a explicar lo que te estaban diciendo realmente". Alucinado estaba a mitad de conversación, el pobre. Al final de la charla, creo que se estaba replanteando todo lo que sabía sobre su vida.

Porque sí, porque con el tiempo desarrollamos los recursos necesarios. Algunos antes que otros. Yo tuve la circunstancia de que la enorme mayoría de mejores amigos fueron mejores amigas. Y eso te entrena, vaya que sí. Hoy en día no falta quién me diga aquello de "discutes como una tía" (aludiendo al grado de retorcimiento). Yo me siento halagado.

En resumen, que todo es cuestión de dónde inviertes el tiempo. Al final no es cuestión de sexo, ni de genética, ni de leches. Es cuestión de experiencia en un campo o en otro.

Por cierto, el fútbol se me da de pena.

5 comentarios:

  1. Yo me dedicaba a hacer reparto de funciones con dos amigas más sobre nuestra futura granja, y luego me dio por el baloncesto...

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  2. ¿Y eso de para pasar de puntillas sobre las grandes cuestiones que tienen los hombres? A veces me encantaría tener esa especie de habilidad para no implicarme demasiado con ciertos temas =P

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  3. ¿Grandes cuestiones de los hombres? ¿Y me acusas de eludir temas puntiagudos?

    Ah-ah, ahora te explicas querida Finc :P

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  4. No hay acusación. Sólo menciono que es una gran habilidad, que en tu caso, puedes decidir* no utilizar =) La mayoría de las mujeres no futboleras, no disponemos de eso.

    R.

    *Porque molas un montón.

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Di "amigo" y entra