martes, 8 de enero de 2013

0:02

Creo que en las relaciones hay una terna de sentimientos muy relacionados: miedo, tristeza y rabia. Los últimos pueden confundirse entre sí, y el primero puede dar lugar a uno u otro, a veces dependiendo de nosotros aquello en que se transformará.

La tristeza es la proyección del miedo hacia dentro y la rabia es la expulsión hacia fuera. Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes, pero una vez que tienes miedo no queda otra que elegir en qué convertirlo. O eso o el miedo elige por ti.

Con la tristeza uno vuelve hacia sí mismo aquello que le produce temor. Se recluye y espera aquello que ha de venir, temiendo de forma pasiva. Yo lo encuentro algo más nocivo, en tanto que no sale de tu sistema y puede destruirte poco a poco, haciéndote pequeñito. A cambio mantienes la conciencia tranquila y solo tienes una persona de la que preocuparte: tú.

La rabia es enfocarlo hacia la otra persona. Libera cualquier exceso de energía, a base de afilar el miedo y lanzarlo fuera de nosotros, muchas veces queriendo eliminar aquello que nos ha producido miedo, corregirlo, embotarlo. La rabia te protege, pero produce soledad impuesta, pues alejas tarde o temprano a aquella persona que tengas al lado.

Pero es así, es malo o malo, pues del miedo no puede salir nada positivo. La solución sería no tenerlo, pero hay veces que es inevitable. Como una enfermedad, puedes contraerlo o que te lo transmitan y eso normalmente ya no tiene vuelta de hoja. Suele ser tan fácil de curar como querer eliminar un constipado durmiendo con la ventana abierta. Quizás con la primavera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Di "amigo" y entra