miércoles, 10 de junio de 2009
Haplo.
La verdad es que el dibujo no me gusta demasiado, pero es lo más parecido que he encontrado a la idea que tengo de él. Fuente.
Llevaban tatuadas runas por todo el cuerpo. Empezaban desde niños, nada más nacer. Con un punzón, los padres grababan en el pecho del recién nacido la primera runa. Esa runa, la del corazón, era el centro de todo el poder y vida de los patryn, y una herida o un desgarro que la alterase podía matarlos. Conforme un joven guerrero iba creciendo, y hasta que aprendía a hacerlo por sí mismo, sus padres (o los sustitutos en caso de muerte de aquellos) les grababan por el cuerpo runas cada vez más complejas y poderosas, siempre con el legado de "no olvides nunca". Los símbolos mágicos se extendían por toda la piel excepto en las plantas de los pies, las palmas de las manos y la cara, para que su poder no perjudicara los sentidos.
Como bien es sabido, estas runas eran la fuente de su poder y señalaban la principal diferencia con sus archienemigos, los sartán. Estos, igual de hábiles con la magia rúnica, carecían sin embargo de manifestaciones visibles, lo que por un lado les privaba de la protección mágica que poseían los patryn gracias a su propia piel, pero que por el otro les permitía pasar por humanos. El único rasgo físico que separaba a los sartan de los humanos, por cierto, era un pequeño detalle de su pelo: blanco completamente y marrón en las puntas (en los patryn era al contrario, de color oscuro y más claro al final del cabello).
Otra característica de esas runas es que se iluminaban cuando detectaban la presencia de algo potencialmente dañino para el portador. Esto, unido a que brillaban como novas rojas y azules al usar su magia, convertía a los humanos rúnicos en todo un espectáculo cuando combatian. Lástima que su magia, condicionada por la vida en el Laberinto y estando encaminada a la destrucción, dejase poca opción de salir indemne a cualquier espectador.
Sin embargo, no todo era peligroso en un patryn. Se sabe que poseían dotes de curación muy avanzadas, encaminadas a uno mismo o para sanar heridas en un compañero herido. Colocando los dorsos de las manos uno sobre el otro, izquierda y derecha, cerraban lo que ellos llamaban el Círculo de la Vida, y podía transmitirse la energía suficiente del sano al herido como para salvarle la vida. Este proceso, sin embargo, permitía también el acceso a los pensamientos de la otra persona, y establecía lazos muy profundos. Los patryn, de naturaleza solitaria, nunca solicitaban dicha curación mientras pudieran evitarlo.
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¿Qué libro es? Me ha despertado curiosidad.
ResponderEliminarEs una saga de 7 libros, "El Ciclo de la Puerta de la Muerte", de Margaret Weis y Tracy Hickman (por si a alguien le suena, son los autores de la Dragonlance entre muchas otras sagas).
ResponderEliminarEsos autores me tuvieron pegado a la literatura fantástica durante años... tanto es así que mi padre me echaba la bronca porque no quería leer otra cosa xD
Haplo molaba, x eso de lo basto que era... xo el mejor personaje k ha parido el matrimonio Weis/Hickman sin duda es Fizban/Zifnab.
ResponderEliminarCon el poco protagonismo que tenia.... REIVINDICO UNA SAGA EXCLUSIVA DE ESE PERSONAJE YA!!
¿Poco protagonismo? ¡Si es un personaje intermundano! Da igual cuantas sagas escriban. Siempre habrá un Fizban/Zifnab para ellas. :P
ResponderEliminarYo lo que reivindico es que se expanda el mundo del Ciclo de la Puerta de la Muerte. En mi opinión, mucho más rico que el de la Dragonlance y completamente desaprovechado :(.
Estoy de acuerdo, el mundo del ciclo de la puerta de la muerte se ha desaprovechado mucho.
ResponderEliminarSobre todo con la de detalles que daban de todo, se podria haber aprovechado mil veces más que el de la dragonlance.
Ojala vuelvan con algo pues los hecho mucho de menos, yo los lei conforme fueron publicados y ya ha llovido desde entonces