En estos casos uno nunca sabe si no escribir nada para que una experiencia así no se reduzca a filas de palabras, o intentar poner lo que se pueda por escrito mientras todavía está fresco y no se empiecen a olvidar cosas. Vamos a intentar lo segundo, ¿ok?
Miércoles por la tarde. Conforme llego a renfe con los bultos, veo que no todo está tan perdido, no hay tanta escasez de gente este año como suponía. Mientras llega el tren empiezo a hablar con un chaval de pelo rizado y una chica rubia. Cuando llegue a Villarrobledo descubriré que el tio está como una cabra y la chica es un cacho de pan, pero todavía no sé que son amigos de amigos y vamos a compartir el campamento. De momento, simplemente hago amigos para amenizar la espera, como el chaval albaceteño que va a mi lado en el tren y es su primer Viña o las tias que sólo les falta haberse llevado su casa entera (¿quien lleva colchones o un botiquín a un festival de música?)
Finalmente, llegada a Villarrobledo. No hay mucho tiempo para entretenerse respirando el aire de la Mancha (me encanta, por seco que sea), porque hay que apresurarse en coger el bus directo hasta el campamento. La opción es recorrer 2 km. con mochila, tienda y saco a cuestas. Cabemos como sardinas en latas de protección oficial, y mientras llegamos, el conductor nos avisa de que está prohibido correr por los pasillos (xD) y nos da consejos. Muy amable el hombre.
Campamento. Jugar a tetris con las tiendas conforme va llegando la gente, los pulmones que no caben en el pecho en cada momento que piensas que acabas de llegar y va a empezar todo. Me aseguro un sitio bajo un arbol, por si mañana pica el sol y como el miércoles no hay conciertos, lo empleamos en jugar a las cartas hasta la noche. Yo no fumo, pero mis colegas de juego siguen un extraño procedimiento de cerrar la tienda y encender sus artilugios. A pesar de la neblina que se forma en la tienda, alumbrada por una linterna-faro portatil, mantengo más o menos mis habilidades mentales intactas. O relativamente. Ellos se ve que no, con la de beneficios que tiene la marihuana, y jugar mejor a las cartas no está entre ellos. Tras unas cuantas victorias por mi parte nos vamos a dormir, que el jueves empieza la tralla.
La tienda, de tres personas, es demasiado grande para mí sólo. Aún no ha llegado Luna y hace demasiado frío, siento la tentación de fundirme la batería del móvil hablando con ella, pero tiene que aguantarme hasta el domingo (la batería. Bueno, ella también), y además prefiero dejarla dormir esa noche que aún puede. Mientras, el campamento vive como nunca. La noche del miércoles antes de los conciertos es especial. La gente empieza a llegar con ganas de liarla un rato. Las vías del tren se ven desde el campamento, y cada vez que llega uno, con nuevos viñeros, una ola de WeeEEeEEeee recorre las tiendas de punta a punta. Está todo apunto para el jueves.
woooooo:)
ResponderEliminarPero ahí no había llegado l obueno (osea, nosotros/as (H)!!!
Muas!