martes, 17 de febrero de 2009

Mi armadura.

La coraza es el vivir, una cota de mallas de experiencias. Está sin completar, tiene muchos huecos todavía, pero poco a poco voy añadiendo eslabones a las cadenas. Es cierto que cada vez pesa más y limita los movimientos, pero es el precio de estar protegido.

El yelmo fue lo único que me regalaron al echarme al mundo, y es el que me ha librado de los peores golpes, si bien no de todos. Lo mantengo tal como siempre he querido, cabeza cubierta y ojos despejados, que la mejor forma de recibir un golpe es haberlo esquivado porque te apartaste a tiempo.

Un cúmulo de deja-vus condensados forma el escudo. A fuerza de ver las cosas pasar y repetirse una y otra vez, y caer en la desesperación cuando te alcanzan las flechas perdidas, acabas decidiendo que ya está bien. Que las penas pasen con todas sus fuerzas, que si la corriente no va conmigo ya puede pasar de largo...

4 comentarios:

  1. Asi es.. los golpes que mejor se reciben son esos a los que podemos anticiparnos, si bien a veces pueden ser, creo yo, los que mas duelen... y si, cuando al fin las penas pasan, con su fluir nosotros tambein fluimos, buen texto de ida, de una ida a conciencia..
    un beso, Vero.

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  2. Ñaaaaaa.
    Últimamente estoy espesita en los comentarios.
    SOlo se me ocurre "ña"

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  3. las corazas... no es mi mejor día para hablar de corazas. por lo visto, cuando realmente las necesitas no están donde deberían estar...

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  4. Me hace gracia leer que las situaciones se repiten. Me hace gracia porque es una verdad como un templo. Es bueno recordar, al menos, para tener la tranquilidad que da saber que ya pasaste ese sarampión.

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Di "amigo" y entra