sábado, 26 de julio de 2008

Espejo.

De la noche a la mañana, en lo que tarda en acabarse un verano y empezar el otoño siguiente, apareció.


Él no se enteró, al menos al princio. La sorpresa llegó cuando fue a cruzar al otro lado, como hacía siempre, y de pronto chocó contra algo. El impacto fue tan fuerte que casi le derribó. Confuso, aturdido, avanzó mas despacio, tanteando el aire y... efectivamente. Ahí estaba. Había aparecido algo que le impedía el paso. Era una barrera, en mitad de la habitación. Transparente, dejaba ver con claridad lo que había al otro lado, pero ya no se podía pasar.


Fue como echarle del paraíso. El no lo entendía y no quiso aceptarlo. Se desesperaba, ¡quería atravesarla! Lloró y suplicó, aunque nadie más lo oía. Golpeaba la pared cristalina, llegando a causar serias grietas, a costa de llenarse las manos de esquirlas y cortes. Pero el cristal no cedió.


Pasó el tiempo y a costa de cicatrices y muy poco a poco, esos brotes de ansiedad fueron disminuyendo. Ahora observaba y reflexionaba. Miraba al otro lado aunque, cada vez con mas empeño, intentaba no hacerlo, pues no le gustaba lo que había ahí. Ver lo que ya no estaba a su alcance era demasiado doloroso.


Pero, ¿qué iba a hacer? Era como una ventana y el vivía en esa habitación, era imposible no fijarse, no mirar.


Hasta que un día, pensó, razonó. Un dia, convirtió su lado en un espejo. Desde el otro lado aún se le podía ver, pero él ya solo se tenía a sí mismo.


Sin embargo, pasaba todo el tiempo sentado apoyado en su obra. Pensativo, apoyaba la mano y la deslizaba por la superficie, sintiéndola. Parecía q eso le confería cierta seguridad. De vez en cuando daba pequeños golpecitos contra el cristal. Tap, tap, tap. Sin embargo, ya no era con animo de romperlo, sino mas bien... como si quisiera asegurarse de que seguía ahí.


Un día, finalmente, cambió (click). Sonrió. Hacía mucho que no lo hacía. Se levantó y se separó de la brillante barrera. Y no es que hubiera sucedido nada, no era que estuviese incómodo. Simplemente, decidió. Y se fue.


Ahora, de vez en cuando se mira en el espejo y piensa, recuerda. Sin embargo, ya no vive en esa habitación. De vez en cuando pasa por delante y cavila si habrá alguien observando aún. Se encoge de hombros y piensa que eso ya no es problema suyo.


Asumió que cada uno decide y ha de cargar con las consecuencias de sus decisiones. Y aunque quizás no pudo evitar el desenlace, sí que puede cambiar la introducción del siguiente libro. Y no va a dejar que sea una historia triste.







Texto de principios de 2008. Historia de todo y de nada.

2 comentarios:

  1. Ese me suena que yo ya lo he leido.
    Me lo pasaste?
    Ej posible!

    ^^


    Mua*

    ResponderEliminar
  2. este texto me ha recordado al dialogo de una peli..
    empezaba diciendo algo asi como:
    -es sentir que siempre hay algo enmedio...
    -en medio de que..?
    ...

    ñeeee.

    ResponderEliminar

Di "amigo" y entra