sábado, 29 de septiembre de 2012

Reacciones (4:05)

Con frecuencia me encuentro reaccionando de forma aparentemente nociva a los mismos estímulos de siempre. Elijo la reacción de siempre, a pesar de que cree mal rollo, discusiones o acabe llevándome por el camino de apretar los dientes.

Me pregunto a veces si podría cambiarlas. Elegir que a algo no le voy a dar importancia y no dársela, resultando en unas interacciones más felices. Ser un "yo" más pacífico, menos cínico, más relajado.

Pero dos impulsos me retienen. El primero es el de justicia. Hay cosas que, en contra del criterio general del mundo y en particular de la otra persona, creo que no están bien. Tomármelas a buenas sería como validarlas. El segundo es el de defensa y... ¿autenticidad? Creo que modificar esas respuestas sería como idiotizarme. El recelo, por ejemplo, no deja de ser un mecanismo de alerta temprana y es como si al dejar de dar importancia a ciertas cosas fuera más probable pasarlas por alto y, por tanto, no estar preparado. Y que yo no soy así. Esas reacciones, esa "mala leche", esa "anticipación" que más de una vez me ha permitido ver la mina antes de chafarla es parte de lo que me configura como persona. Una especie de principios, aunque sean principios aparentemente negativos. Pero son los míos y no creo que tenga otros, aunque no gusten.

Claro está, que en ciertas situaciones debes tragarte esa mala leche. Ya sea instantáneamente, porque la situación de pronto lo exige (en esos casos es como poner un muro de contención enorme para que nada salga, es una sensación curiosa) o ya sea de forma definitiva, porque no quede otra y como intento de excepción permanente.

2 comentarios:

  1. Hace poco tuve que pasar por una situación similar a la que dices. Estaban por una parte mis principios, y por otra, el deseo de mis compañeras. Al final opté por seguir lo que creo que es correcto, aunque eso supusiese pasar por encima del deseo de mis compañeras en pro del beneficio de gente que no conozco, ya que la decisión de éstas era egoísta y no les reportaba ningún bien.
    Obviamente se enfadaron, pero yo estoy en paz conmigo misma. Lo que ocurre básicamente es que cuando dejas pasar algo que no te parece bien, al final lo conviertes en "aceptable" y tu umbral de lo que consideras inaceptable cada vez es más alto, de manera que acabas siendo como esas personas a las que has ido dejando pasar todas esas cosas que te parecían mal.
    Al final, lo que somos como personas no es más que un cúmulo de decisiones que van sentando los precedentes. Así que hay que tener claro qué es lo que consideramos justo y hasta dónde estamos dispuestos a llegar por ello.
    La gente dice que no sé callarme. Lo que ocurre en realidad, es que no me gusta callarme.

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  2. Me has servido para reafirmarme Isiriel. Gracias por tu comentario y lo subscribo del todo. Yo no quiero diluirme, aunque pueda...

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Di "amigo" y entra