Hoy no me apetecía demasiado escribir. Amenazaba tormenta y ha sido un mal día, en lo emocional. Triste, pero no triste desestabilizante, porque entonces sí que necesitaría soltarlo, sino simplemente triste. ¿"Triste estable" podríamos decir? Esa concienciación simultánea de que puedes con ello, pero también de que la sensación va para largo.
Sigo sintiendo la pena, y donde todavía no me ubico es entre la responsabilidad y la mala suerte. Intento alejarme de la victimización, por mucho que me pese lo absurdo. Qué necesidad había, en general. Quizás es el pensamiento del verano. Por otro lado, algún patrón he de estar repitiendo, si me he roto de la misma manera dos veces en el mismo año. No lo sé.
Pero al final del día, la tormenta no ha llegado. El azul ha presentado batalla, y lo importante sigue ahí. Todo esto pasará, estoy mejor que hace dos semanas y estaré mejor mañana. Los días como hoy también se merecen estar escritos, y me vale la pena tenerlos para el recuerdo.
Creo que va llegando el momento de bajar el ritmo. Del "soltar" tranquilo, el vacío; no el soltar de supervivencia para evitar quemarse las manos, sino el del cerrar el libro y colocarlo en la estantería, para poder abrir uno nuevo.
En fin. Esta es tu vida, chico. Vamos a por el otoño.
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