Llegó la botella que pedí para los dos, para un martes cualquiera. Ya se me había olvidado; me alegró verla y me hizo gracia a la vez. A diferencia de los bombones (algunos de chocolate negro), no la voy a gastar aún. Quizá me la lleve a la playa en noviembre y allí me haga la copa en tu honor y en el de las historias que remueven más tiempo de lo que duran, en el de las personas que marcan más de lo que llegan a estar.
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Di "amigo" y entra