jueves, 4 de septiembre de 2025

Día a día

 Supongo que es normal, que como con el vínculo, el cierre avance cada día.

Te noto lejos, distante. Te noto... extraña. No extraña al verte, que no te veo, extraña en la idea de que hace tan poco tiempo estuviéramos tan cerca y ahora... nada. Ajena, lejana.

Qué difícil que es encontrarse y qué fácil que es irse. No es justo, pero ya hemos pasado la parte de la injusticia que corta al "no tendría que haber así, no tiene sentido, pero así fue". 

Se que siempre soy el busca, y el que llama a la puerta. Quizás (seguro) que es un problema, porque acostumbro a los demás a no tener que mostrar esfuerzo o interés. Viene de mi temor a que si no cuido, trabajo y me esfuerzo al máximo, la otra persona se irá, así que siempre busco yo. Y al principio me justifico con la lealtad y el cuidado, que me dicen que está bien dar más aunque reciba menos. Pero cuando ya no cabe duda que le corresponde mover a la otra persona, y necesito un esfuerzo explícito, deliberado, sigo atrapado por las propias dinámicas que yo mismo creo. Lo más que recibo son gestos ambiguos, la puerta medio abierta, camuflando el interés por si llega el rechazo. Pero es que todos tenemos ese miedo, a todos nos toca saltar el charco sin saber si podremos. Y yo siempre acabo con los pies mojados.

Uno de los aprendizajes recientes es que aunque pueda justificar el daño, no puedo justificar la falta de reparación. Hiéreme porque no has podido evitarlo, pero no me niegues el reconocimiento del daño, de la responsabilidad, y la propuesta para que no vuelva a pasar. Si no, el otro aprendizaje reciente es que me tengo que alejar, aunque no quiera, aunque hubiera preferido irte a buscar otra vez más. Pero por mí y los míos, si no nos vamos a encontrar en el medio, yo me tengo que marchar.

miércoles, 3 de septiembre de 2025

Casi

 Si quedaseis por aquí alguno de los veteranos, quizá lo notaríais. Finc, Naranja, La Estatua. Dulce, Soph... Demasiados textos, demasiado rápido, demasiado concretos. No encaja, ¿no?

Es verdad que me gusta escribir y que llevo demasiados años quieto, ahora que he cogido momento no quiero dejarlo estar. Pero eso es solo la mitad. Así que... confieso. 

Los últimos textos son casi reales, pero no lo son, mantengo la la mascarada del no mostrarme demasiado o del dar forma a la realidad sin retorcerla. Son casi exagerados, pero salen de una fibra demasiado real. El "núcleo" de cada uno es cierto, si no, no podría escribir.

Casi escribo para que me lean, pero me lo tengo prohibido; casi escribo sólo para mí, para soltar y recordar, pero se que no es totalmente así, aunque solo sea lanzar el mensaje al viento. Los textos, como las personas, también quieren ser vistos.

Casi los escribo para sentirme más cerca de ella y no terminar de soltar, pero la realidad es que ya no espero que vuelva. Casi estoy seguro de que los escribo para superar, pero dudo, cada uno duele un poquito y al escribir la noto más presente.

Compromiso: no buscarlos a propósito, no alimentar las ascuas, y cuando se me acaben las palabras, dejarlo estar. Mientras, seguir jugando con las letras, para lo que valga.


Para que tú me oigas

mis palabras

se adelgazan a veces

como las huellas de las gaviotas en las playas.

(...)

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte

para que tú las oigas como quiero que me oigas.

(...)

Pero se van tiñendo...

Tawny

 Llegó la botella que pedí para los dos, para un martes cualquiera. Ya se me había olvidado; me alegró verla y me hizo gracia a la vez. A diferencia de los bombones (algunos de chocolate negro), no la voy a gastar aún. Quizá me la lleve a la playa en noviembre y allí me haga la copa en tu honor y en el de las historias que remueven más tiempo de lo que duran, en el de las personas que marcan más de lo que llegan a estar. 

martes, 2 de septiembre de 2025

Dijiste

Me dijiste “solo amigos”
y te dije “lo acepto”.

Dijiste “ven a la cama”
y fui sin pensar.

Escribiste “tengo que pensármelo”
y te dije “te espero”.

Pensaste que sí,
dijiste que no,
que quizás,
que sí.

Te dije “¿estás segura?”.
“Sí”. Y me empecé a ilusionar.

Llamaste: “tengo dudas”.

...

Me dijiste “solo amigos”
y te dije “lo acepto”.

Dijiste “volvamos a estar normal”
y lo quise intentar.

De pronto: “no me escribas ya”.

Viniste al día siguiente,
con un “hola” y una sonrisa.

Y ya no pude más.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Escucha

 ¿Oyes algo? No, ¿verdad? ¿Sabes por qué? No hay ruido. No hay presión, expectativas, dudas, desconfianza. No hay urgencia, ni intensidad. No tienes que repartirte o estirarte. Es la calma lo que suena. 

Recuerda a la soledad, lo sé, son las dos caras de la moneda. Aunque ahora creo que nos va gustando más. En este silencio puedes escucharte, respirando despacito. No es intenso, pero es bonito. Nos recuerda al mar.