Barcelona huele a frío, luces y coches. No huele a ti. A periodos de espera y a explosiones de actividad. A colonia de mujer y a tabaco, a pasos de baile, a sábanas nuevas. Sí, definitivamente Barcelona huele a nuevo... pero también a algo que siempre has conocido, sólo que no te habías dado cuenta de que estaba ahí.
Y a tortilla quemada, por cierto. Ops.
No veas con el título...
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