Vuelvo al teclado en mis últimos días como valenciano. No estoy triste. Voy donde me pide el futuro que vaya. Hay una persona por la que debo velar, como llevo haciendo desde que tengo uso de conciencia y por ella al norte voy.
Cuando me llevaron mis padres de Madrid a Ciudad Real, no lloré, porque era demasiado pequeño. De la Mancha a Alicante, lloraba por los amigos perdidos, por lo nuevo. Después he comprendido que la distancia entre dos personas puede surgir estén separadas 200 kilómetros ó 2 metros, en meses o en un momento. Que las voluntades (con una pequeña ayuda de trenes y aviones) pliegan el tiempo y la distancia si es necesario. No estoy triste.
Hoy comprendo que lo nuevo es lo mejor que te puede pasar. Cuando agotas los cartuchos en un lugar lo mejor que puedes hacer es seguir adelante. Durante un tiempo se te concederá volver a pensar que esta vez quizás sí.
Adelante, siempre adelante.
La cuestión es que, aunque no te vayas enseguida, por lo menos en tu cabeza tendrías que estar yéndote siempre.
Muy bien, valiente. Me gusta.
ResponderEliminarTe deseo suerte. Aunque la suerte, creo, no es tan necesaria cuando siempre uno decide ir hacia delante, con miedo y todo.
Creo que eso ya debería bastar para tener buena suerte.
Pero aun así te la deseo.
Creo que esa nueva ciudad debe ser una buena ciudad donde volver a empezar, o seguir empezando.
:)
Muchas gracias, me ha llegado a base de bien...
ResponderEliminarEsperemos que sea así
Un saludo
Por entradas como esta es por las que vale la pena este blog. Me ha encantado.
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