jueves, 24 de mayo de 2012

El honor

Estoy jugando a un juego de guerra online. Es tipo Risk, en el que cada jugador asume un líder de alguna nación del mundo, y se lanza a la conquista bélica, diplomática o económica de los demás países. Se establecen alianzas y pactos, se juega, se tiran faroles, se traiciona.

Mi alter ego en el juego, un antiguo káiser de Alemania.
Existe un "periódico" que todos los jugadores ven y en el que todos pueden publicar artículos, firmados o anónimos. Hoy, afectado por una traición reciente, he querido dejar un recado. El estilo viene dado porque intentamos rolear un poco y meternos en la piel y el lenguaje de la "nobleza". En fin, rezaba así:

El honor.

Triste es no tener palabra. O tenerla y empeñarla por prendas baratas.
Se puede tantear, fingir, echarse faroles y jugar. Pero, ah, cuando un hombre o una mujer da su palabra no hay vuelta de hoja. O no debería haberla.
Siéntase aludido quien deba. Le deseo, en el momento en que felizmente sea derrotado (pues quien traiciona será traicionado), 
unas felices reflexiones sobre el camino que le ha llevado hasta ese punto.

Al poco, tenía esta respuesta, también en forma de anónimo:

Quien hambre tiene, con pan sueña.

Entre el honor y el amor, queridos amigos, el honor es una gran MIERDA.
Todos tenemos muchas bocas que alimentar, vidas que dependen de nosotros, naciones en nuestras manos. 
Y todos, camaradas, TODOS, debemos hacer lo mejor por nuestro pueblo. 
Sobre todo, si consideráis que el premio no merece tanta sangre derramada.

Yo, que me emparro con cualquier cosa, me he quedado pensando. Contento primero, que de un "juego" salgan de pronto reflexiones así. Y pensando después en la "palabra de honor". Hace poco le confesaba a una amiga que para mí el dar la palabra es tan vital, que nunca he mentido después de hacerlo. De pequeños, mi hermano mayor y yo sabíamos que sí queríamos pillar al otro en una mentira, solo teníamos que invitarlo a dar su palabra para respaldarla. Así, si la daba, es que decía la verdad. Nunca la traicionamos, y hasta hoy.

El honor, ese concepto trasnochado, para mí es muy importante, quizás simplemente porque lo he incorporado a la propia definición de lo que considero que soy. Pero quizás es que nunca me lo han puesto a prueba de verdad. A fin de cuentas dicen que el sentido de la moral no puede impedirte hacer lo que está bien.

En otro orden de cosas, esa amiga sonrió de oreja a oreja (tiene una sonrisa muy bonita, la chica) y me dijo que ahora ya me tenía. Quién me mandaría a mí.

2 comentarios:

  1. Mi palabra es la extensión de mi ser, si me comprometo a algo es tan valida como un documento firmado, es la base de la confianza.

    Yo ya se que no todo el mundo funciona así, pero a priori confío en que si, que los demás también son gente de honor; luego la forma de actuar habla de cada uno …y como bien dices “quien traiciona será traicionado”.

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Di "amigo" y entra