domingo, 18 de julio de 2010

Taking cover.

Tras atravesar la puerta, un vistazo de reconocimiento permite hacerse una idea del panorama general. En la enorme extensión, bajo el sol extraño de ese planeta, abundan las cajas de recursos. Platino, paladio, iridio e incluso elemento 0. Yacimientos más o menos cuantiosos, de minerales de mayor o menor calidad. Montoncitos de chatarra y joyas demasiado perfectas. Pero no todo es agradable. Demasiados obstáculos en algunos casos, y ya se empiezan a vislumbrar puntos rojos en el radar. Enemigos. Un pelotón experimentado como el nuestro sabe que no se trata de ir a por el mayor blanco posible, sino a por uno que, mereciendo la pena, no termine con el pelotón acribillado. Mientras, cada uno elige su arma favorita o su conjunto más poderoso de habilidades. Listos.


El pelotón.

Unas cuantas ojeadas más y me decido a por un destello en concreto. El objetivo está sorprendentemente poco vigilado para lo valioso que parece. Nos acercamos...

Morena, camiseta de rayas, falda y caderas. Mona de cara y no-anoréxica. Se rie mucho. Un sólo hombre en el grupo, pero nos damos cuenta de que sólo es amigo. Señalo a la chica con la mirada, y mi compañero asiente. Visto bueno. Un gesto de la mano: voy a entrar, atento por si tienes que apoyarme. Siempre hay alguna "amiga" en el otro bando deseando que todas se lo pasen tan mal como ella o algún listillo que quiere aprovechar la brecha para meter pie. Pero para eso están los colegas con novia o simplemente, tomar turnos. Uno avanza, el otro da fuego de cobertura.

El enemigo protege el blanco, pero podemos con ellos.

Corremos ahora. Después de deshacernos de la principal guardia, ya no es necesaria la sutileza, lo que importa es aprovechar el camino abierto mientras dure. Sólo nos quedan un par de obstáculos. Vamos, vamos... ¡Mierda! Un grito de dolor resuena la radio. El radar muestra un puntito rojo demasiado cerca de uno azul. Miembro del equipo en problemas. Pero estaba tan cerca... No, lo importante es lo importante. Volvemos.

Ahí está el baboso, al lado de Marta. Todo el mundo tiene derecho a ligar, pero la expresión del colega y la de hastío de mi amiga me dice que es mejor intervenir. La interrogo con la mirada: ¿Voy?. Sí, por favor. Táctica universal: la cojo de la mano, damos cuatro o cinco vueltas el uno alrededor del otro mientras nos contamos cualquier cosa graciosa al oído, y el petardo abandona la escena. Me doy cuenta de que esto ha puesto en peligro mis aspiraciones al decantarme aparentemente por una mujer, pero como Marta también lo sabe, hace lo que ninguna pretendiente haría: ¡choca esos 5!  La chica de rayas nos observa, se le sale una sonrisa. Bien. Enseguida estoy contigo.

Ahí cae el último guardia.

Por fin, el tesoro, el premio, está a una cerradura de distancia. Toca desencriptar, elegir los trozos de código adecuados que encajen. Creo que así...

1 comentario:

  1. Hola

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Di "amigo" y entra