¡Mentira o nada!
Y es que cuando el miedo gane la batalla, yo no estaré ahí para sufrirlo. Huiré para combatir otro día, aunque acabe siendo la misma guerra (la misma derrota). Y así hasta ganar o quemarme.
Y si el miedo me borra del cuento, voy y le digo "no quiero jugar". ¿Es el miedo a ser real? Y si el miedo me gana este pulso, le doy la espalda y le digo "no quiero jugar".
loco de remate.
ResponderEliminarA mí jugar me encanta. Aunque al final pueda perder (y eso es lo más frecuente :-) el tiempo de juego es genial, no me digas que no. De hecho, no solo me gustar jugar, también que jueguen conmigo. ¡Ya habrá tiempo para ver las cosas desde fuera! Y entonces será cuando nos arrepintamos por haber perdido, incluso, la oportunidad de perder.
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