miércoles, 9 de julio de 2014

Ausencia de Dios (Mario Benedetti)

Digamos que te alejas definitivamente 
hacia el pozo de olvido que prefieres,
 pero la mejor parte de tu espacio, 
en realidad la única constante de tu espacio, 
quedará para siempre en mí, doliente, 
persuadida, frustrada, silenciosa, 
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial, 
 tu corazón de una promesa única 
en mí que estoy enteramente solo 
sobreviviéndote. 

 Después de ese dolor redondo y eficaz, 
 pacientemente agrio, 
de invencible ternura, 
 ya no importa que use tu insoportable ausencia 
ni que me atreva a preguntar si cabes 
como siempre en una palabra. 

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche 
desgarradoramente idéntica a las otras 
que repetí buscándote, rodeándote. 
Hay solamente un eco irremediable 
de mi voz como niño, esa que no sabía. 

 Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza 
no tener oración para morder,
 no tener fe para clavar las uñas, 
no tener nada más que la noche, 
saber que Dios se muere, se resbala, 
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
 con los labios cerrados, con la niebla, 
como un campanario atrozmente en ruinas 
que desandara siglos de ceniza. 

Es tarde. Sin embargo yo daría 
 todos los juramentos y las lluvias, 
las paredes con insultos y mimos, 
las ventanas de invierno, el mar a veces, 
por no tener tu corazón en mí, 
tu corazón inevitable y doloroso 
en mí que estoy enteramente solo 
sobreviviéndote.

1 comentario:

  1. "Digamos que te alejas definitivamente
    hacia el pozo de olvido que prefieres"

    son de los versos más tristes que se pueden escribir una tarde cualquiera.

    Gracias por pasar por mi ático, dejaré la puerta abierta ;)

    respecto al texto que comentaste, es la libre intencionalidad de la palabra.

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