lunes, 11 de junio de 2012

13:24

Por muy bien que se esté en casa de los padres, cebadito y atendido, siempre acabo echando de menos volver a la mía. Bueno, no es mía, así que la que ocupo. Es como si al vivir solo uno pudiera extenderse todo lo que quisiera, llenar todos los rincones. Y siempre que estás con otras personas tienes que replegarte y mantenerte acotado en un espacio no mucho mayor que uno mismo.

Pensando que el año que viene me meto en un Colegio Mayor. A ver donde acaba mi paz espiritual.

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