¡Si es que no lo entendéis! Vuelvo a casa y solo me acompaña lo que yo mismo quiero traer. Dentro no hay nada, la televisión sonando si acaso. Y lo mismo con los pensamientos: si cierro la puerta puedo dejar todo fuera, no dejo pillado ningún lazo. Con un pensamiento consigo que nadie me agobie. Digo, nada. Ni yo mismo.
Tengo una cabeza que revoluciona demasiado, no lo puedo evitar. Coge los pensamientos como si tuviese hambre y los zarandea y mastica hasta que todo está troceadito y supuestamente bien ordenado. Y me agota, no puedo pararla. ¿Pero ahora? Ahora no tiene nada. Cierro la puerta y ya está. Shh...
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Di "amigo" y entra