La verdad es que las luces del puerto al fondo, invitan a escribir algo bonito. Amarillas y azules, titilantes. El cielo un poco celeste y el tejado de nubes que suele cubrir Valencia. Las antenas... será deformación profesional, pero cuando piensas que esos pedazos de metal sirven para cumplir uno de los deseos primordiales del ser humano, el de comunicarse... Hasta el bosque de antenas merece la pena ser retratado.
Un poquito más allá, el mar; y un poquito más al sur, una montaña. Que podría ser cualquier montaña, pero es que a los pies de esa montaña hay un faro, que alumbrará una playa. La de momentos que guarda y que aún puede guardar esa playa. Verano.
Lástima que para llegar a ella, a ese verano deseado puede quedar poco en términos de tiempo, pero un tramo enorme de cansancio, rabia y esfuerzo. La convocatoria de junio se nos echa encima, babies. Pero ahora mismo...
Es bueno eso de estar en paz.
Me hizo soñar y no sé porqué.
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