Desde Elche.

18:40, hora del mediterráneo, sala de ordenadores de la universidad. Suerte que la clase anterior ha acabado más de media hora antes de lo previsto, porque yo ya no podía con mi alma - suele pasar últimamente. Así que, habiendo desertado la mayor parte de mis compañeros en dirección a sus casas, y desaparecidos el resto de los pocos masocas que nos matriculamos en la asignatura anual, decido subir arriba a ver qué se cuece por las redes.

Bastante poco, la verdad. Sin noticias de Gurb. Es casi más interesante la sala que me rodea. Supuestamente es un lugar de estudio, pero al estar bien lejos de la biblioteca, el ruido de voces es constante. Creo que es lo más cercano a un salón de estar que tenemos. Alguna que otra risa, alumnos sentados en las mesas charlando, unos pocos estudiando y el resto matando el tiempo.

La mesa es de madera maciza, y antes de darme cuenta estoy trazando dibujos en ella con la yema de los dedos. Es una manía que tengo desde que leí El Ciclo de la Puerta de la Muerte cuando era pequeño (no os asustéis, no es nada siniestro, sino una historia de magia). Fantasioso, esperaba que dibujando runas alguna vez se prendieran fuego o empezaran a brillar. Y hasta hoy.

Tiene ventana grandes la sala, y gracias al clima de aquí, tan cambiante, pueden estar abiertas a principios de Marzo. Cosa que agradezco, porque si bien la brisa me está dejando las manos un poco frias (o al menos, eso hacía antes de empezar a teclear), me ha dado el oxígeno que me venía faltando hoy. 20 minutos aquí y ya estoy tranquilo, listo para asaltar las 2 horas de clase que me quedan antes de poder volver a casa. Bendita calma.

Esto también ayuda, la verdad, y eso que yo solo venía a ver si podía escuchar la canción de la entrada anterior. Mis disculpas a quien haya sido capaz de llegar hasta aquí.

Me voy, que llego tarde a clase.