Las notas quedan detrás de nosotros mientras cruzamos la ventana en un descuido del dueño. Salimos a la terraza, cerrada para evitar que algún alcoholizado compañero decida probar puntería con la piscina de abajo. Perfecto para nosotros, que encontramos un pequeño escondrijo para comprobar la suerte que hemos tenido de cruzarnos allí. La música sigue en el salón y el cielo gira mientras dibujamos nuestros álbumes de fotografías con palabras y gestos.
El mejor baile de la noche fue amaneciendo, cuando el mundo ya había caído. Colándose las primeras luces por las cortinas. Con los pies descalzos por la alfombra polvorienta, un pequeño susurro cada vez que apoyábamos los pies. Esquivando algún vaso volcado. Bailando y bailando y bailando.
Al final, como en cualquier cuento, desaparece antes de que despierte nadie que pueda creerme luego. No hay beso final, lo físico siempre acaba
estropeando humanizando las cosas. Una historia que contar, un recuerdo. Una noche de verano.
You did find your words again...
ResponderEliminarMe encanta.