Nunca he estado sólo.
Y no me refiero a la suerte inmensa de la familia, los amigos y desde hace unos años los trocitos de mi alma con patitas. Me refiero a emocionalmente, relacionalmente sólo. Al menos, desde hace demasiados años.
Siempre alguien en mente, alguien presente, alguien que hace demasiado poco que se ha ido para la herida que ha causado. Muchas veces por casualidad, por mi "no pasará nada, no le gustaré". Otras veces porque entre que se retira una ola gigante ya llega la siguiente, y la siguiente y la siguiente. A veces por una combinación de esos factores y el "si dejo de buscar, me quedaré solo de verdad" o el triste "puedo decir que quiero estar solo pero realmente es que no encuentro a nadie".
Me toca. Quiero estar sólo. Lo necesito. He ganado mucho silencio desde verano, pero todavía necesito un rato más en esta playa. Al menos hasta que llegue el frío de verdad. Al menos, hasta que empiece la primavera.
Veremos hasta dónde llego. Día 1.
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