lunes, 30 de junio de 2014

Brújula moral (II) / Tentaciones

Las tentaciones no son tan malas. De entrada, vienen definidas: por definición está mal seguirlas. Así que si eres una persona de fuertes convicciones morales, sabes que tienes que rechazarlas. Y si te autodefines como alma libre, sabes que estás obligado a caer.

El problema viene con lo que no está bien, ni mal. Cuando no hay brújula moral, no hay definiciones. No te guías por la moral cristiana ni por el carpe diem eterno. Es difícil resistirse a algo cuando crees menos, cuando no hay nadie que te juzgue o te importe que lo haga, cuando no hay recompensa por aguantar. Cuando las personas que dolerías llevan los mismos muertos en el armario, cuando todo el mundo se comporta igual y no sabes siquiera por qué deberías ser diferente. ¿Qué ganas?

A pesar de eso crees que tienes que seguir, pero ya no sabes ni por qué... ¿y cómo resiste uno ahí?

Hace casi dos años escribía la primera parte. Creo que una de las mejores cosas que tiene el blog es poder comparar este tipo de ideas a lo largo de los años

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