Dos historias diferentes brotan ahora en el espejo. La una, la del corazón de mimbre, el origen real, el de las cosas como tienen que pasar. Realidades de asfalto, traumas, desengaños y despechos, calentones y arrepentimientos. La otra, la del cuarto sin ventanas, o con una ventana a otro lugar. Sueños de significado, ganas, curiosidad sin miedo, sentimiento de hacer lo que está bien aunque no sea lo correcto.
Yo escojo la mía, con los bolsillos rotos, con semillas de promesas desperdigadas por la tierra. Con tiempo a raudales hasta el principio del salto. Intentar explicarte mis consecuencias, como si fueran a importar, en uno y otro caso. Cierto que esta vez pudiera ser diferente, viendo que cada hoja de coraza caía y se perdía en los estanques gemelos.
Intuyo que te veré acercarte despojado de las pocas cubiertas que uso en el día a día. O será el corazón de mimbre viéndote irte sonriendo con lo puesto.
El tiempo dirá.