Otro año más. Este realmente no ha sido un año de metamorfosis ni de grandes cambios, para nada. Ha habido cambios, claro, como siempre, pero comencé avanzando y he terminado avanzando. Me he reforzado en lo que creo, aprendido cosas que no sé y a matizar algunas de las que ya sabía. Valorando cada vez más lo que creo que tiene valor, y despreocupándome de lo demás.
Alguien que llegó y se fue, dejándome un golpe más fuerte, un golpe más realista, un golpe más preparado, y muchas personas que llegaron y están y si se van, tras haber aportado, vendrán más. El resto sigue ahí, la piedra base en la que apoyar la espalda de vez en cuando.
Me he vuelto mejor en lo que hago, en cada ámbito. No veo peligros ni tormentas en el horizonte, o barros de donde no pueda salir. Quizás las cosas que quiero tarden en llegar, pero mientras sé que puedo disfrutar del camino. Libre. Lo importante es ser libre.
Siempre me imaginé los 28 como ese año en que has alcanzado el punto óptimo de madurez dentro de la juventud. 28, vamos a comprobarlo.
sábado, 31 de diciembre de 2016
martes, 27 de diciembre de 2016
Mientras espero a que me cuentes
No sé si llegaré a enseñarte esto. Es probable que por fin estés al comienzo de algo bonito y no quiero ser la única nota discordante. De momento solo tengo que desmadejar esto, desahogarme de alguna manera. Me está sorprendiendo mi propia reacción, la intensidad de los sentimientos. Ya lo sabes, me he acostumbrado a no sentir, así que no estoy acostumbrado a esto, tan súbitamente y por este motivo. Tiene gracia. Me he enfrentado a mil cosas, y he salido indemne, para que ahora llegue un hecho feliz, como que mi mejor amiga esté con un chico, y de pronto siento me acojone (y me acongoje).
Desde el principio. Me alegro muchísimo y sabes que he hecho y haré lo posible para que vayan las cosas bien. Nunca dejaría que ninguna irracionalidad o egoismo por mi parte te hiciera daño.
Pero al mismo tiempo, me siento mal. Dos motivos y no sé qué me influye más.
Por un lado, temo que las cosas te vayan mal. Que te haya tocado una mala persona, un egoista o simplemente un ignorante. Porque que me traten mal a mí no me importa. Las he visto venir de mil maneras y no me da miedo lo que el mundo me eche encima. Pero no soporto la idea que te hagan daño a ti. No te quiero ver triste, con miedo, anulada. No quiero que te hagan lo que he visto que la gente es capaz de hacer. Porque yo soy resistente, sí, pero además tengo mi cupo de malas acciones. En parte me merezco lo que me pase. Pero tú no. Tú eres siempre buena y amable, pase lo que pase. Eres lo bueno que puede haber en el mundo que vivimos. No quiero que te hagan mal y sé que no podré evitarlo si llega.
Por otro lado, temo que salga bien. Temo que este sea bueno, el definitivo, y que al final tengas que desplazarme para darle el espacio que debe necesitar. Sinceramente, no me veo capaz de afrontar las cosas yo solo. Es absurdo que yo diga esto, con lo que soy, con lo que parezco de cara a los demás. Pero me da miedo el mundo de fuera si se que no estás detrás de mí. Siempre te he tenido para contarte todo, siempre he sabido que pase lo que pase estarías ahí para cogerme si las cosas salían mal. Sin una red detrás o el escudo delante, sin la niña que espante a mis monstruos del armario, no sé si soy capaz, si dejo de ser esa persona invulnerable y me convierto en un juguete roto más.
Tan duro que eres y llorando porque mi amiga ha encontrado chico. Tiene tela, Arturito. Tiene tela.
Y lo más triste es que mi reflejo automático ha sido querer enseñarte el texto, contártelo todo como de costumbre. Pero esta vez no, porque eres tú quien me preocupa. Que salga todo bien, pero no te vayas, por favor.
Desde el principio. Me alegro muchísimo y sabes que he hecho y haré lo posible para que vayan las cosas bien. Nunca dejaría que ninguna irracionalidad o egoismo por mi parte te hiciera daño.
Pero al mismo tiempo, me siento mal. Dos motivos y no sé qué me influye más.
Por un lado, temo que las cosas te vayan mal. Que te haya tocado una mala persona, un egoista o simplemente un ignorante. Porque que me traten mal a mí no me importa. Las he visto venir de mil maneras y no me da miedo lo que el mundo me eche encima. Pero no soporto la idea que te hagan daño a ti. No te quiero ver triste, con miedo, anulada. No quiero que te hagan lo que he visto que la gente es capaz de hacer. Porque yo soy resistente, sí, pero además tengo mi cupo de malas acciones. En parte me merezco lo que me pase. Pero tú no. Tú eres siempre buena y amable, pase lo que pase. Eres lo bueno que puede haber en el mundo que vivimos. No quiero que te hagan mal y sé que no podré evitarlo si llega.
Por otro lado, temo que salga bien. Temo que este sea bueno, el definitivo, y que al final tengas que desplazarme para darle el espacio que debe necesitar. Sinceramente, no me veo capaz de afrontar las cosas yo solo. Es absurdo que yo diga esto, con lo que soy, con lo que parezco de cara a los demás. Pero me da miedo el mundo de fuera si se que no estás detrás de mí. Siempre te he tenido para contarte todo, siempre he sabido que pase lo que pase estarías ahí para cogerme si las cosas salían mal. Sin una red detrás o el escudo delante, sin la niña que espante a mis monstruos del armario, no sé si soy capaz, si dejo de ser esa persona invulnerable y me convierto en un juguete roto más.
Tan duro que eres y llorando porque mi amiga ha encontrado chico. Tiene tela, Arturito. Tiene tela.
Y lo más triste es que mi reflejo automático ha sido querer enseñarte el texto, contártelo todo como de costumbre. Pero esta vez no, porque eres tú quien me preocupa. Que salga todo bien, pero no te vayas, por favor.
Por un momento
Por un momento, todo se ha tambaleado. Un temblor, una congoja como hacía mucho tiempo que no sentía. En ese momento te asalta el temor de que se venga todo abajo. De que se acabe viniendo abajo esa estructura vital tan fuerte, con la que se han estrellado mil intentos de minar la moral. De ser otro fraude más, otro juguete roto esperando a que se acabe la cuerda. De no ser nada por mí mismo.
El golpe ha sido duro, mucho, para qué negarlo.
Pero aquí estoy.
Entonces, he recordado. Yo ya estaba antes de todo. Vengo de muy lejos, ya existía antes de conocer a ninguna de las personas que tengo hoy en día. No tengo grandes traumas en mi vida, cierto, pero tampoco he caído. Nunca he sido incapaz de levantarme solo. Y no tengo intención de cambiar ahora. El golpe ha sido duro, pero todo sigue en pie. Y lo va a seguir estando. Por mí.
El golpe ha sido duro, mucho, para qué negarlo.
Pero aquí estoy.
Entonces, he recordado. Yo ya estaba antes de todo. Vengo de muy lejos, ya existía antes de conocer a ninguna de las personas que tengo hoy en día. No tengo grandes traumas en mi vida, cierto, pero tampoco he caído. Nunca he sido incapaz de levantarme solo. Y no tengo intención de cambiar ahora. El golpe ha sido duro, pero todo sigue en pie. Y lo va a seguir estando. Por mí.
jueves, 22 de diciembre de 2016
2:16
Reflexión 1 de estas Navidades: Mi madre me dice que de pequeño, se podía saber que se avecinaba tormenta cuando torcía el gesto porque había algo que me había parecido injusto
2) Definitivamente me veo atraído por el modelo "muñeca rota" de persona. Nota mental: comprobar primero que a) esa persona sabe que lo está, b) actúa para controlarlo
3) La libertad para sentir y vivir conexiones sienta de fábula. Recuperar o establecer esas conexiones, también
2) Definitivamente me veo atraído por el modelo "muñeca rota" de persona. Nota mental: comprobar primero que a) esa persona sabe que lo está, b) actúa para controlarlo
3) La libertad para sentir y vivir conexiones sienta de fábula. Recuperar o establecer esas conexiones, también
lunes, 12 de diciembre de 2016
Disfuncionalidad
Hago cosas retorcidas. Estrictamente legales, no malvadas, pero antinatura. Que me convencen de que los que me acusan de robot tienen razón, que soy disfuncional. Porque he entendido que si exterminas los sentimientos positivos, las ilusiones, lo malo deja de doler también. Después paso el resto del tiempo ayudando a los demás en la medida que puedo, más allá de lo que las convenciones consideran normal. Así calmo mi conciencia, pongo el peso en el otro lado de la balanza. Sigo adelante. Sin dolor, sin ilusión, con la conciencia tranquila, en paz.
domingo, 4 de diciembre de 2016
¿Alguna vez te han dejado?
- ¿Alguna vez te han dejado?
- No, nunca me han dejado. Algún rollo sí, pero relaciones no
- ¿Y por que crees que nunca lo han hecho? Porque todas tus rupturas iban precedidas por malas rachas para las dos partes
- Diversidad de motivos. Uno de ellos es que suelo estar con personas dependientes o que desarrollan dependencia a la relación Otro es que la relación les compensa, que saben que las cuido y me entrego a ellas, en lo bueno; y en lo malo permanezco fiel y honesto, y nunca cruzo lineas que no he de cruzar. Finalmente, porque suelo "adelantarme" y dejar la relación en cuanto no tiene salvación. La mayoría de las personas esperan mas. También porque saben que conmigo no hay mareos... si me dejan, se acabó
- No, nunca me han dejado. Algún rollo sí, pero relaciones no
- ¿Y por que crees que nunca lo han hecho? Porque todas tus rupturas iban precedidas por malas rachas para las dos partes
- Diversidad de motivos. Uno de ellos es que suelo estar con personas dependientes o que desarrollan dependencia a la relación Otro es que la relación les compensa, que saben que las cuido y me entrego a ellas, en lo bueno; y en lo malo permanezco fiel y honesto, y nunca cruzo lineas que no he de cruzar. Finalmente, porque suelo "adelantarme" y dejar la relación en cuanto no tiene salvación. La mayoría de las personas esperan mas. También porque saben que conmigo no hay mareos... si me dejan, se acabó
sábado, 26 de noviembre de 2016
Vuelve a iluminarte
Dormir. Aletargarse hasta la primavera. Los inviernos nunca han sido buena época para elegir el camino, cuando todo es blanco y todas las sendas son duras e inhóspitas. Estrella seguirá tintándose el pelo y pensando que está vieja, pero es solo cuestión de tiempo. Hasta que pase el frío.
Siempre hay una pequeña promesa durmiente bajo el hielo, una promesa de sol, de azahar. "Despertarás".
sábado, 30 de julio de 2016
Para ti, robotito.
Te sientes mal porque a ti (el racional) no te duelen las
peleas mientras ves como la otra persona (la emocional) sí que sufre. Para ti,
que eres buena persona (aunque no te lo creas), eso no es aceptable. Así,
ignorando de donde ha venido el conflicto, o quién ha hecho qué, o qué sientes
tú en el fondo, callas y tragas, tiendes la mano. ¿Te suena?
A ratos pensarás "¿y yo qué?". Pero te vas a
convencer de que no hay otra opción. Además , los números cuentan y convencen,
cuando miras alrededor y ves que eres el bicho raro. Difícilmente vas a
encontrar consuelo en alguna parte. Estamos rodeados de emocionales que se
apoyan y entienden unos a otros y nos dirán, sin decirlo:
- Es que tienes que entenderle, si te ha hecho
"eso" es por despiste. No todos somos como tú, no todos podemos
controlarlo todo. Cometemos errores.
O bien, en el otro lado:
- Es que tienes que entenderle, si tú le has hecho
"eso", le sienta mal, la inseguridad le puede y se enfada y lo paga
contigo. No todos somos como tú, no todos podemos controlar nuestras emociones.
Probablemente es el mismo "eso" , cambiando solo
el momento temporal y si lo haces tú o la otra persona. Debería ser lo mismo,
¿no? Pero no hay justicia que valga. Siempre debe ser responsabilidad de los
"robots", los "seres fríos" , a los que "no nos afecta
nada" quedarnos con el daño que causamos y el que nos causan, cargar con
la culpa porque a fin de cuentas los emocionales no son responsables de lo que
hacen, dicen o hieren.
El problema es que nosotros mismos nos lo creemos. Pensamos
que las emociones nos salen gratis. Vemos a la otra persona sufrir y nos
apaciguamos aunque nosotros aún estemos heridos. Tragamos golpes y hachazos,
nos dicen barbaridades, nos deshumanizan... y lo justificamos todo como se
justifican los emocionales: "no es culpa suya", "ya, pero lo
pasa mal". Y seguimos pensando que nuestras emociones están controladas y
estables.
Tengo una mala noticia: aunque seamos más duros y más
estables, nosotros también somos emocionales. Todo eso rasca, pica, duele, acaba
haciendo brecha y nuestro propio autocontrol no nos lo deja ver. Nos hemos
confiado porque nos conocemos bien, porque efectivamente controlamos mejor las
cosas, pero cometemos el error de pensar que somos invulnerables. No nos damos
cuenta que , al creernos que siempre somos nosotros los que hacemos daño, que
manipulamos, que no sufrimos... Nos estamos hundiendo la autoestima. Nos
creemos que somos disfuncionales. Y de vez en cuando, pum. Al suelo. Estallamos
emocionalmente, de forma descontrolada, aumentado por el hecho de que nos hemos
vuelto incapaces de lidiar con algo tan fuerte dentro de nosotros. Sálvese
quien pueda.
Espero que lo que voy a decir ahora te suene a exageración y
que nunca lo hayas vivido: Cuanto más racional eres, mejor puedes controlar las
emociones "superficiales", pero peor las profundas, las crisis,
porque te has protegido tan bien que casi nunca llegas a esas. Pero hay veces
que a fuerza de tragar, llegas al fondo. Y si sigues forzando el control
emocional, será tu cuerpo el que busque salidas. Puede ser llorando, gritando,
entrando en un estado de desconexión emocional que te deja medio catatónico. O
puede ser buscando una forma de transformar ese dolor que te invade y no sabes
manejar en dolor físico, que es algo que puedes ver y entender. Arañazos,
heridas, pensamientos negros. Si llegas a este punto, busca ayuda. De verdad.
Con el tiempo he aprendido una serie de cosas. Las comparto
por si pudieran ayudar. Por puntos...
1. Eres humano. Tienes tu integridad y dignidad, y tienes que
mantenerlas a salvo. No permitas que te ataquen, insulten o hagan daño
voluntariamente. Corta eso de raíz. Tampoco estás ayudando a la otra persona si
se lo permites. No dejes que se desahoguen contra ti
2. Tus emociones valen tanto como las de cualquiera. Tras
una discusión, pelea, pon tus emociones en la balanza, tus actos y tus palabras
y, analízate como si estuvieras analizando a otra persona cuyas emociones te
importasen. Te puede sorprender el resultado.
3. Controlar las emociones y las palabras es una virtud, no
un defecto. Que seas así ha ayudado incontables veces a que las cosas no se
fueran de madre. Estate orgulloso. Si más gente tuviera inteligencia emocional,
irían mejor las cosas.
4. No estás solo. Apóyate en alguien que te conozca bien y sepa
cómo te manejas por dentro. Que sepa cómo te sientes de verdad y sepa detectar
los síntomas de que esta vez te han hecho daño. Cuéntale las cosas, usa una
válvula de escape. Si no lo tienes, escribe. Por supuesto, hazle saber a tu
"emocional" como te sientes. Por lo que mas quieras, no te quedes
todo dentro.
6. Finalmente, ten compasión. Porque a pesar de todo, el
haber aprendido con esfuerzo a manejarnos nos da cierta "ventaja" que
tenemos que usar por el bien de los dos. Manten la mente clara, guia la
discusión, intenta calmar a la otra persona y ayudarla a que sufra menos. Pero
nunca renuncies a todo lo demás.
Para ti, racional, que me lees. Si algo de todo esto te ha
servido, me alegro.
Para ti, emocional, que te has sentido identificado porque
conoces a alguien así y quizás ahora le entiendas un poco más. Cuídanos un
poco. Aunque no lo demostremos siempre, también somos humanos.
jueves, 26 de mayo de 2016
23:49
Tamborilean mis dedos en tu espalda, amanece la ventana. Niña, no te hagas la dormida, ya agotamos las mentiras de sal ayer. Otros cien días, cien brisas que han revoloteado por la habitación, y la primera hoja que se cuela y baila.
El mismo vestido que ayer arrastrabas por la orilla, caminando de madrugada, descansa desmadejado en la esquina. Quitabas arrugas de mi camisa -¿no te planchas nunca la ropa? - claro que no.
Pende la duda un momento sobre nosotros.Pero hay otras cien sombras en la habitación que saben la respuesta. Hace frío ya.
El mismo vestido que ayer arrastrabas por la orilla, caminando de madrugada, descansa desmadejado en la esquina. Quitabas arrugas de mi camisa -¿no te planchas nunca la ropa? - claro que no.
Pende la duda un momento sobre nosotros.Pero hay otras cien sombras en la habitación que saben la respuesta. Hace frío ya.
domingo, 17 de abril de 2016
1:25
No se puede escribir sobre el desamor estando en pareja, como no se puede escribir sobre el amor sin estar enamorado.
Tenemos que amar las imperfecciones, son las enseñanzas de segunda vuelta. Pero, ¿hasta donde? Para mí siempre ha sido una cuestión de admiración y respeto. Nunca lo he sentido hacia los que pisan, arrasan u oprimen. Debes amar a alguien a pesar de ver lo peor de esa persona, pero ¿y si lo peor va dirigido hacia ti? ¿Miles de años y a nadie se le ha ocurrido refinar una guía en la vida? Una única, universal. Con un sistema de alertas y puntuaciones y reglas. "Si ocurre esto, es un strike". Tres y a la calle.
Y al menos podríamos dejar constancia sin necesidad de grabarnos la piel.
Tenemos que amar las imperfecciones, son las enseñanzas de segunda vuelta. Pero, ¿hasta donde? Para mí siempre ha sido una cuestión de admiración y respeto. Nunca lo he sentido hacia los que pisan, arrasan u oprimen. Debes amar a alguien a pesar de ver lo peor de esa persona, pero ¿y si lo peor va dirigido hacia ti? ¿Miles de años y a nadie se le ha ocurrido refinar una guía en la vida? Una única, universal. Con un sistema de alertas y puntuaciones y reglas. "Si ocurre esto, es un strike". Tres y a la calle.
Y al menos podríamos dejar constancia sin necesidad de grabarnos la piel.
jueves, 11 de febrero de 2016
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