Otro año más. Este realmente no ha sido un año de metamorfosis ni de grandes cambios, para nada. Ha habido cambios, claro, como siempre, pero comencé avanzando y he terminado avanzando. Me he reforzado en lo que creo, aprendido cosas que no sé y a matizar algunas de las que ya sabía. Valorando cada vez más lo que creo que tiene valor, y despreocupándome de lo demás.
Alguien que llegó y se fue, dejándome un golpe más fuerte, un golpe más realista, un golpe más preparado, y muchas personas que llegaron y están y si se van, tras haber aportado, vendrán más. El resto sigue ahí, la piedra base en la que apoyar la espalda de vez en cuando.
Me he vuelto mejor en lo que hago, en cada ámbito. No veo peligros ni tormentas en el horizonte, o barros de donde no pueda salir. Quizás las cosas que quiero tarden en llegar, pero mientras sé que puedo disfrutar del camino. Libre. Lo importante es ser libre.
Siempre me imaginé los 28 como ese año en que has alcanzado el punto óptimo de madurez dentro de la juventud. 28, vamos a comprobarlo.
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