miércoles, 10 de diciembre de 2014
Miedo a las corrientes de aire
Todavía no soy más que un niño parecido a mil niños más que han leído y te han dedicado el mismo libro. No necesito decirte las palabras y tú no necesitas oírlas de mí. No soy para ti más que un niño parecido a otros cien mil niños que te las dijeron antes. Pero, si me domesticas, disfrutaremos el uno del otro. Conocerás el sonido de mis palabras. Las tuyas me sacarán fuera de mi madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá, a los lejos, el mar? Yo no sé nadar, me agobia el agua. El mar no me recuerda nada. ¡Y eso es triste! Pero tú sabes a brisa y a sal. Entonces será maravilloso cuando me hayas domesticado. El mar me hará recordarte.
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