Dame munición.
Voy a corresponder
cada experiencia,
cada conversación,
cada fragmento que conozca de ti
en un disparo.
Que rebotará y se esparcirá
en metralla de palabras e intenciones.
Que hoy no servirá de nada.
Que mañana te hará buscar
entre cartuchos vacíos.
¿Quién lo hubiera dicho?
El Dorado estaba a la vuelta
de la esquina, de cada esquina.
¿Y ahora qué? Ahora no me arriesgo,
ahora no me pongo en la línea,
y aún así
percibo el desgaste.
Cada esfuerzo quema un poco más
de la reserva de ganas y esperanzas
que se llena tres noches
al mes
y se vacía cinco días a la semana,
domingos incluídos.
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