Dos posibles historias sobre las sábanas.
Superpuestas, alternativas, indecisas.
Una, la del
corazón de mimbre
que se dobla sin partirse,
la de las cosas como suelen salir.
Una más. Coincidencia, interés, soledad,
borrachera, algo que contar
en cuanto acaba.
La segunda. La del cuarto con una ventana
a otro lugar, a cualquier lugar.
Con los bolsillos rotos,
con semillas de
promesas
desperdigadas por la tierra.
Con el infinito
dibujado al despertar
en la palma de la mano.
Con tiempo a raudales,
todo el que puedo dar.
Explicarte mis consecuencias
y que las desestimes con el roce
de las yemas de los dedos.
Deshilachar las tuyas mientras clarea el alba
y se cuela por el hueco del cristal.
Imaginar una canción, un festival, un viaje,
un concierto, una cena, un baile.
Todos los momentos típicos, únicos
de una historia que se dibuja
alternativa, indecisa,
sobre estas sábanas.
Ahora sí, ciertamente sublime
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