Te sientes mal porque a ti (el racional) no te duelen las
peleas mientras ves como la otra persona (la emocional) sí que sufre. Para ti,
que eres buena persona (aunque no te lo creas), eso no es aceptable. Así,
ignorando de donde ha venido el conflicto, o quién ha hecho qué, o qué sientes
tú en el fondo, callas y tragas, tiendes la mano. ¿Te suena?
A ratos pensarás "¿y yo qué?". Pero te vas a
convencer de que no hay otra opción. Además , los números cuentan y convencen,
cuando miras alrededor y ves que eres el bicho raro. Difícilmente vas a
encontrar consuelo en alguna parte. Estamos rodeados de emocionales que se
apoyan y entienden unos a otros y nos dirán, sin decirlo:
- Es que tienes que entenderle, si te ha hecho
"eso" es por despiste. No todos somos como tú, no todos podemos
controlarlo todo. Cometemos errores.
O bien, en el otro lado:
- Es que tienes que entenderle, si tú le has hecho
"eso", le sienta mal, la inseguridad le puede y se enfada y lo paga
contigo. No todos somos como tú, no todos podemos controlar nuestras emociones.
Probablemente es el mismo "eso" , cambiando solo
el momento temporal y si lo haces tú o la otra persona. Debería ser lo mismo,
¿no? Pero no hay justicia que valga. Siempre debe ser responsabilidad de los
"robots", los "seres fríos" , a los que "no nos afecta
nada" quedarnos con el daño que causamos y el que nos causan, cargar con
la culpa porque a fin de cuentas los emocionales no son responsables de lo que
hacen, dicen o hieren.
El problema es que nosotros mismos nos lo creemos. Pensamos
que las emociones nos salen gratis. Vemos a la otra persona sufrir y nos
apaciguamos aunque nosotros aún estemos heridos. Tragamos golpes y hachazos,
nos dicen barbaridades, nos deshumanizan... y lo justificamos todo como se
justifican los emocionales: "no es culpa suya", "ya, pero lo
pasa mal". Y seguimos pensando que nuestras emociones están controladas y
estables.
Tengo una mala noticia: aunque seamos más duros y más
estables, nosotros también somos emocionales. Todo eso rasca, pica, duele, acaba
haciendo brecha y nuestro propio autocontrol no nos lo deja ver. Nos hemos
confiado porque nos conocemos bien, porque efectivamente controlamos mejor las
cosas, pero cometemos el error de pensar que somos invulnerables. No nos damos
cuenta que , al creernos que siempre somos nosotros los que hacemos daño, que
manipulamos, que no sufrimos... Nos estamos hundiendo la autoestima. Nos
creemos que somos disfuncionales. Y de vez en cuando, pum. Al suelo. Estallamos
emocionalmente, de forma descontrolada, aumentado por el hecho de que nos hemos
vuelto incapaces de lidiar con algo tan fuerte dentro de nosotros. Sálvese
quien pueda.
Espero que lo que voy a decir ahora te suene a exageración y
que nunca lo hayas vivido: Cuanto más racional eres, mejor puedes controlar las
emociones "superficiales", pero peor las profundas, las crisis,
porque te has protegido tan bien que casi nunca llegas a esas. Pero hay veces
que a fuerza de tragar, llegas al fondo. Y si sigues forzando el control
emocional, será tu cuerpo el que busque salidas. Puede ser llorando, gritando,
entrando en un estado de desconexión emocional que te deja medio catatónico. O
puede ser buscando una forma de transformar ese dolor que te invade y no sabes
manejar en dolor físico, que es algo que puedes ver y entender. Arañazos,
heridas, pensamientos negros. Si llegas a este punto, busca ayuda. De verdad.
Con el tiempo he aprendido una serie de cosas. Las comparto
por si pudieran ayudar. Por puntos...
1. Eres humano. Tienes tu integridad y dignidad, y tienes que
mantenerlas a salvo. No permitas que te ataquen, insulten o hagan daño
voluntariamente. Corta eso de raíz. Tampoco estás ayudando a la otra persona si
se lo permites. No dejes que se desahoguen contra ti
2. Tus emociones valen tanto como las de cualquiera. Tras
una discusión, pelea, pon tus emociones en la balanza, tus actos y tus palabras
y, analízate como si estuvieras analizando a otra persona cuyas emociones te
importasen. Te puede sorprender el resultado.
3. Controlar las emociones y las palabras es una virtud, no
un defecto. Que seas así ha ayudado incontables veces a que las cosas no se
fueran de madre. Estate orgulloso. Si más gente tuviera inteligencia emocional,
irían mejor las cosas.
4. No estás solo. Apóyate en alguien que te conozca bien y sepa
cómo te manejas por dentro. Que sepa cómo te sientes de verdad y sepa detectar
los síntomas de que esta vez te han hecho daño. Cuéntale las cosas, usa una
válvula de escape. Si no lo tienes, escribe. Por supuesto, hazle saber a tu
"emocional" como te sientes. Por lo que mas quieras, no te quedes
todo dentro.
6. Finalmente, ten compasión. Porque a pesar de todo, el
haber aprendido con esfuerzo a manejarnos nos da cierta "ventaja" que
tenemos que usar por el bien de los dos. Manten la mente clara, guia la
discusión, intenta calmar a la otra persona y ayudarla a que sufra menos. Pero
nunca renuncies a todo lo demás.
Para ti, racional, que me lees. Si algo de todo esto te ha
servido, me alegro.
Para ti, emocional, que te has sentido identificado porque
conoces a alguien así y quizás ahora le entiendas un poco más. Cuídanos un
poco. Aunque no lo demostremos siempre, también somos humanos.
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