—Un poco —dijo Bast dulcemente—. No son difíciles de manejar. Solo
necesitan paciencia y dulzura. Blandió el hacha de forma natural y ésta
se quedó clavada en un tocón cercano. —Son como todo, en realidad.
Sólo necesitan saber que están a salvo.
(...)
—¡Oh, vamos! —dijo Bast gentilmente—. Un poco de dulzura es todo
lo que algunos de nosotros tenemos a veces. Siempre vale la pena.
Incluso si tenemos que esforzarnos un poco para conseguirlo.
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